«Subiendo a la cresta de la asfixia, tuvo un momento de total e involuntaria locura. Era, sin embargo, un caso de mente sobre cuerpo. Cuanto más rápido palpitaba su corazón, peor era la falta de oxígeno y el brillante y caliente destello de agonía dentro de su caja torácica. Reduce la velocidad, se dijo. Redúcela del todo. Simplemente redúuuucela...»
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