Al colgar, ella enderezó los hombros y se volvió de nuevo...
Veck estaba de pie detrás de ella, sus párpados entrecerrados, su cuerpo mucho más grande de lo que parecía cuando estaba a ciento cincuenta centímetros de distancia.
No se movió. Él tampoco.
—¿Crees que la confesión es buena para el alma? —preguntó él sombriamente.
—Sí...
—Entonces, tengo algo que mejor debería decirte.
Oh, Dios, ésta era la razón por la que ellos habían hablado sobre no mezclar los negocios con el placer...
CITA DE LA SEMANA
Y TENÍAS QUE PAGAR POR TUS ERRORES.
SIEMPRE».
19 ago 2011
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